El hombre lleva varios miles de años modificando los vegetales
que utiliza como alimento. Tal es el caso de muchas frutas que son productos
de mezclas de diferentes plantas.
Sin embargo la ingeniería genética permite ahora llevar
a cabo en pocos años y en forma controlada modificaciones que antes
costaban décadas de trabajo.
Sus comienzos
En sus comienzos, la ingeniería genética se utilizó
para producir sustancias de uso farmacéutico, como la insulina,
vía la modificación genética de microorganismos. Con
los posteriores desarrollos aquellas investigaciones preliminares se aplicaron
y derivaron en la obtención de vegetales y animales modificados
genéticamente de forma tal de mejorar sus propiedades implícitas.
Los objetivos y mejoras principales a los que se apuntaba eran los de obtener
mayor vida comercial en los productos, resistencia a condiciones ambientales
más agresivas (heladas, sequías, distintos tipos de suelos),
resistencia a herbicidas más fuertes y potenciar la autodefensa
contra plagas e insectos.
El primer transgénico
El primer alimento, modificado por la ingeniería, en ser producido
para el consumo masivo fue el tomate Flavr Svr.
Los alimentos que posteriormente se modificaron fueron la soja transgénica,
en la cual se modificó su constitución para hacerla más
resistente a herbicidas y el maíz, al que se le modificó
para resistir determinados insectos y generar mayores rindes por cultivo
y cosecha.
Desde muchos puntos de vista, las perspectivas de esta tecnología son vastamente amplias por lo que actualmente existen varias decenas de otros productos listos para ser comercializados. Sin embargo, y aún a pesar de las amplias fronteras que esta ciencia tiene, debido a diversas razones la cantidad de productos disponibles en el mercado es muy reducida y acotada.
Opiniones opuestas
Por esto, es que diversas organizaciones ambientalistas y ecologistas
claman en favor de la agricultura biológica y orgánica, y
promueven los alimentos de calidad que no aplican modificaciones
o alteraciones genéticas, o utilizan agroquímicos y/o agrotóxicos
para su crecimiento.
Dada la corta historia de este tremendo avance tecnológico, existe poca legislación que controle o regule la utilización de esta ciencia. Al respecto, una de las pocas condiciones que se deben cumplir son las de respetar una directiva europea de 1997 que obliga a que los productos transgénicos: