Cuando hablamos de composición corporal, nos referimos a la distribución de los tejidos de nuestro organismo, es decir, la masa magra (músculos y huesos), la masa grasa y el agua corporal.
No debemos olvidar que estos tejidos están vivos y cambian constantemente según sea nuestro entorno y la actividad diaria. Somos seres totalmente adaptables.
Podemos poner un ejemplo muy típico, si padecemos una lesión y debemos permanecer mucho tiempo en reposo acostados, la masa muscular y ósea se reducen muy rápidamente, ya que no los necesitamos cuando estamos en cama.
Por lo tanto, la composición corporal cambia y podemos influir positiva o negativamente en dicho cambio a través de la dieta y el ejercicio.
Por cada década después de los 30 años nuestro gasto metabólico disminuye un 2%, por lo tanto para seguir manteniendo el mismo peso, debemos ajustar la dieta reduciendo en un 2% las calorías o aumentando en un 2% el gasto calórico generado por la actividad física.
Ese 2% parece una pequeña cantidad, pero equivale a aumentar aproximadamente 2,5 kilos por año, si no realizamos ese ajuste.
Sin embargo, muchas mujeres tienen un porcentaje de grasa menor que los hombres, y es consecuencia directa de lo que hemos mencionado antes: llevar una dieta correcta y realizar más ejercicio. Hacer las cosas bien ayuda.
La diferencia radica en la formación o no de masa muscular. Con la actividad de baja intensidad en general no se forma musculatura pero sí se pierde grasa, entonces se pierde peso.
Con el ejercicio de alta intensidad, sí se aumenta la masa muscular y se reduce grasa, pero la diferencia en el peso corporal es mínima, debido justamente al aumento del volumen de los músculos. Igualmente a estas personas se las ve más delgadas, puesto que la grasa es más voluminosa que el músculo.
Es decir que la cantidad de actividad física, siempre debe estar equilibrada con la dieta, para asegurar un correcto rendimiento físico, un mantenimiento de la masa muscular, y por otro lado no provocar dolor en la musculatura.
Comer demasiado aumenta los depósitos de grasa. Comer demasiado poco, disminuye los depósitos de grasa pero también la masa muscular, por lo cual, ambas situaciones son negativas.
Además de la ingestión energética, la falta de algunos nutrientes fundamentales (hierro, zinc, vitaminas, etc) reducen la capacidad del organismo para quemar adecuadamente las grasas por medio de la actividad física.
Tener en cuenta todos estos puntos, son la clave si queremos mejorar nuestra composición corporal, el rendimiento físico pero sobre todo la salud y el bienestar general.